No se puede vivir sin aprender, ni se puede vivir sin jugar.
Jugar y vivir. ¿Sabéis dónde se encuentra la diferencia de esas dos palabras? Entender el mundo, experimentar, interiorizarlo... Aprender va estrechamente de la mano al juego. Y así como no se puede vivir sin aprender, tampoco se puede vivir sin jugar. El mundo necesita niños y niñas que jueguen, que ese juego sea libre y respetado.